jueves, 3 de mayo de 2012

El buzón que no pierde ojo

El buzón no ceja en su empeño de radiografiar a todo el que pasa
 El buzón que no pierde ojo

       Ahí está desafiante, introspectivo. No dejando títere con cabeza en su punto de mira, en su radio de visión. Es el buzón que todo lo ve y que todxs lo ven. (Su antecesor –ver foto al final– estaba escondido, agazapado entre los dos contrafuertes de los muros de la iglesia, como queriendo asustar o, tal vez, esconder su timidez; ahora, en cambio, su sucesor, ya lo ven, es todo lo contrario).
      Él no lo ha querido, no es nada presuntuoso y menos curioso pero, sin embargo, se deja ver descaradamente. No importándole que remedio, no puede evitarlo, el no lo ha pedido ser el centro de atención de la plazuela o entorno de la iglesia. Tal es la popularidad que está adquiriendo desde que allí fue anclado,
Altivo y desafiante como el solo
que su silueta ya compite en importancia y en presencia y hasta en belleza con la silueta que desliza la iglesia con su torre. Va camino de ser parte del entorno peatonal de la iglesia, inseparable del mismo.

     Quizá ese atrevimiento de su ubicación física que parece provocar al transeúnte que osa pasar junto a su lado, le encara a dárselas de “chulito” de barrio. Todo se andará, pero la visualidad casi agresiva que ofrece desde distintos ángulos de la plazuela no da esperanzas de que su altivez sea pasajera. Al contrario, mientras se mantenga inhiesto en dicho lugar nada presagia que haya paz. Más parece que él es la paz. La paz del matón de barrio, en la que nada ni nadie se mueve sin que su figura provocadora y su ojo alargado den el Vº Bº a toda o a todo, a todas o a todos los animales racionales e irracionales que se atrevan a merodear en sus dominios.
      Así es el nuevo buzón de correos. En apariencia, agresivo, amenazador, cara de pocos amigos. Sin embargo, tras franquear esta primera impresión de barrera visual con la que se disfraza, luego, en la cercanía, en el regate corto, se descubre toda su humanidad, indefenso, nada agresivo y menos provocador, destilando amor, ternura y una sonora sonrisa que regala a todxs los que se acercan.
       Al fin y al cabo, él es inocente del atrevimiento de su progenitor que no tuvo mejor ocurrencia que plantarlo en semejante lugar de paso. Pero también los “humanos” se equivocan. Algún día ¿serán capaces de rectificar sus equívocos?
Mientras, pensaremos que él intenta alegrarnos el día. ¡Pensemos bien!
Con la inocentada en la espalda
       Aunque los infortunios no vienen solos. Tiene además la desgracia de llevar, a modo de inocentada en su espalda –¿cuánto tiempo?, no se sabe–, la frase “enpresa iragarlea izando da erantzule”, ininteligible para cualquiera que tenga unos conocimientos del idioma del euskara. ¿Es una errata? No. Es la desidia que impera entre los responsables de no ser exquisitos con estas cosas del idioma. No son "vurros", pero sí con “b”. ¿Le chirría verlo escrito así?, pues dígaselo a todxs los que diariamente se desayunan con atentados lingüísticos semejantes o de mayor calibre baina beti euskaraz. Las señales son el mejor reflejo. Y de esto sabe un rato el ayuntamiento anterior. Es de esperar que la actual corporación, poco a poco, sabrá corregir semejante burla. 
        En el caso aquí expuesto, la responsabilidad no recae en el ayuntamiento,
¡Sin palabras! La imagen lo dice todo
ya que la competencia de Correos es exclusiva del Estado. Aunque tanto el mismo, como Euskaltzaindia no pueden quedarse callados. Para mayor afrenta al idioma, la “errata” (por ser benévolos) aquí denunciada, no la sufren sólo las y los ciudadanos de Amurrio, sino que está extendida a toda Hego Euskal Herria, con la colocación de los nuevos buzones amarillos.


Antes el buzón, escondía su timidez entre los dos contrafuertes de la iglesia

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